Relato de otras tierras... Primera escala: Escuela de Tang Sou Dao en Inglaterra

Para quienes nos sentimos parte de la Escuela del Cambio y, a su vez, la consideramos como un aspecto siempre presente en nuestras vidas, puede resultar impensable la idea de un contexto donde no exista un espacio creado para desarrollarnos como practicantes y/o Instructores o Maestros de alguna de sus disciplinas...
Hace varios años que ejerzo como profesora en inglés en Crespo, mi ciudad, y si bien podría decirse que la vida docente se ve plagada de continuos cambios, el año 2006 aportó uno de los más inesperados, tanto para mi vida profesional como personal.
Sin imaginarlo, fui notificada que había sido seleccionada por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación en conjunto con el British Council, como becaria para el Programa de Intercambio de Asistentes de Idioma con el Reino Unido por 8 meses, noticia que me hizo sentir profundamente agradecida por la posibilidad de una experiencia probablemente beneficiosa en muchos aspectos, pero al mismo tiempo expectante, al saber que viviría alejada de mis seres queridos, mi cultura, mis costumbres y mis actividades incluyendo las prácticas y clases de Formación Marcial y Dao Inn por una cantidad de tiempo, a mi parecer, significativa.
Puestos los elementos en la balanza y con el apoyo incondicional de mi gente, fue tomada la decisión de aceptar la propuesta de partir hacia Inglaterra, hecho que me hizo evaluar la situación una y otra vez.
A los elementos “yin” se sumaba la falta de mi habitual recinto de práctica, de mis compañeros, mi maestro, mis alumnos y aun más, el saber de la ausencia de una sede de la Escuela del Cambio en ese país.
Cómo encontraría en un medio extraño el soporte, la contención y la constancia a la hora de la práctica, brindado por tanto tiempo por la Escuela y que resulta de trabajar en conjunto con un grupo humano, durante esa cantidad de meses. Era un cuestionable sin soluciones a simple vista....
La respuesta más pronta era dejar fluir la situación...y estar atenta a las posibilidades que aparecieran.
Asi fue como, el 27 de septiembre en un vuelo con escala previa, en Madrid, llegué a Londres y ya instalada en mi destino, la localidad de Rayleigh, ubicada en Essex, un condado al sureste de Londres, comenzó mi adaptación a esta cultura.
El contacto cotidiano con la gente, sus costumbres y mis nuevas actividades que consistían esencialmente en la enseñanza y refuerzo del idioma español en dos escuelas, algo distantes una de otra: “The Fitzwimarc School” y “The Deanes School”, absorbieron mis primeras semanas.
Más ambientada y con el correr de los días, se acentuó la falta de la práctica a la que estaba habituada y tras horas de intensas averiguaciones, búsqueda en internet, lectura de avisos y ofertas, entre otros, me enfrenté a una gran gama de estilos marciales y me aboqué a la tarea de seleccionar la que más se adecuara a mis intereses.
Fueron difíciles los comienzos, la apertura hacia un mundo completamente nuevo y diferente, pero poco a poco lo desconocido se tornó familiar y sin forzarlo, conocí a un grupo de personas, que al igual que en mi tierra, compartían las ganas de entrenar a través de una opción para mi desconocida “Tang Sou Dao”. La distancia y las inclemencias del invierno inglés no contribuían a la asiduidad de mi asistencia como hubiera querido, pero el solo hecho de contar con este grupo de pares, serenaba mis añoranzas a la rutina que había dejado en mi ciudad...

El grupo practicante de Tang Sou Dao, se reunía una vez por semana en un salón perteneciente a una asociación de la localidad, y allí, sin distinción de edad ni sexo, entrenábamos en conjunto con el Instructor o Maestro.
Según pude saber, las graduaciones avanzaban desde el cinto blanco al negro, momento en el cual el alumno podía compartir sus conocimientos a través de la enseñanza. Para el traspaso de un nivel a otro, los alumnos debían llevar a cabo evaluaciones orales, escritas y prácticas que constaban particularmente de formas.
A su vez los más graduados, tomaban clases directas con el “Gran Maestro”, Meng Kwon Loke, quien fue discípulo del fundador de Tang Soo Do, disciplina ligada culturalmente al karate japonés, y fue luego responsable de manejar el más grande club de Tang Soo Do en el Reino Unido.
En 1998, al introducir cierta sofisticación china a la práctica dio inicio a la escuela Ren Yi Wu Kwan Tang Sou Dao, actualmente con sedes en diferentes países.
De este modo, este contacto me llevó a encontrar respuesta a mis expectativas y experimentar que la expresión corporal es otra forma de comunicación que supera las barreras idiomáticas, muchas veces consideradas infranqueables.
Asimismo, descubrí un espacio abierto, facilitador del encuentro y donde se podía compartir actividades en común, para llenar una necesidad humana básica, como es la de establecer relaciones intra e interpersonales.
No obstante, aunque inserta en escenarios diferentes, la esencia de la práctica y modos de obrar se reproducían, convirtiéndose en inmediatos colaboradores para que la nostalgia se viera apaciguada...

Instr. Antonella Percara

Presentada en la revista Caminos del Cambio, Nº 6