miércoles, 13 de agosto de 2008

El silencio en la educación, por Víctor García Hoz "La tarea profunda de educar"

La vida de hoy exige al hombre mucho movimiento, muchas palabras, ir, venir, tratar, volver, hablar, hacer.Sin embargo, cuando aun sin preocupaciones sobrenaturales el hombre se pone a reflexionar seriamente sobre lo que de verdad es fundamento de su vida, las viejas verdades olvidadas vuelven a aparecer con renovado vigor.El silencio es una de estas actitudes humanas tras de la cual se van, tradicionalmente, las almas finas, recogidas y espirituales.Mas, ¿cómo no pensar que la función magistral sea hablar, hablar siempre a fin de que en el abundoso caudal de palabras tenga el discípulo mayores ocasiones de aprender? ¿Cómo puede afirmarse que el silencio es una de las principales virtudes del maestro?.Para contestar estas preguntas hemos de ver qué es en verdad el silencio y las relaciones que consigo arrastra.Hay una obra, de espíritu lasallano, sobre las virtudes del maestro, algo verdaderamente interesante sobre el silencio:"Con el nombre de silencio entendemos aquí, generalmente, una prudente discreción en el uso de la palabra, de manera que el maestro calle cuando no debe hablar, y hable cuando no debe callar"."Dos funciones ejerce, pues, esta virtud; porque si enseña al maestro el arte de callar, le enseña también el de hablar, haciéndole así evitar dos defectos: la taciturnidad y la locuacidad."Tal vez pudiera pensarse que tal silencio no es silencio sino discreción en el hablar. Mas, a poco que se reflexione, veremos que tal concepción del silencio no es un subterfugio.El hombre, rodeado de hombres, está recibiendo constantemente el influjo de cuanto lo rodea y de cuanto tiene dentro de sí.La palabra viene únicamente a clasificar el lenguaje universal; es un signo que se pone entre la verdad de las cosas y nuestra capacidad de conocer.Si la palabra, en lugar de aclarar el mensaje de las cosas, entorpece la posesión directa de la verdad, entonces sobra, está demás, es palabra viciosa.De ahí que el silencio no signifique ausencia de comunicación o ausencia de palabra, sino ausencia de palabra vana.En el silencio material está hablando nuestro interior o están hablando las cosas que, por los sentidos, atrapan nuestro espíritu y lo arrastran hacia ellas. Hay voces interiores o voces exteriores que, sin ser palabras orales, nos están hablando constantemente.El silencio, diríamos, es como el regulador de la palabra; hace callar a los signos vocales cuando importa atender a lo interior o a las impresiones silenciosas de afuera y hace surgir la palabra oral cuando importa sacudir la estupidez, orientar nuestra atención o movernos a consultar nuestro propio espíritu.El silencio consiste en callar, pero no para anonadarnos, no para destruir o dejar ociosa nuestra capacidad de conocer, sino para que las cosas no hablen directamente y comprendamos sus palabras mudas. .....
"...tan exquisito texto, aleccionador y siempre necesario. Al respecto y de modo sui géneris, es decir, sin casi ninguna cuestión académica o de estudio, que respalde, se podría decir, científicamente, lo que me llega del silencio y las palabras, la velocidad y este tiempo. Es cierto que nuestra época se caracteriza por una abrumadora velocidad en el hacer, decir, querer y pedir. La velocidad es valorada, el tiempo es oro, por lo tanto el más veloz llega primero. Así como la velocidad está de algún modo en la cúspide de una cumbre, la verborragia desciende por la ladera de dicha cumbre, como lava de eruptivo volcán. También está en alta estima, sin ver que es lava. El menoscabo entonces, se radica en la quietud y el silencio, que, desde ya, si solo abundara esto, sería como la otra cara de una moneda. Hoy la palabra ha sido desvalorizada, la quietud o lo lento, denostado. Se debe a mi parecer, a la existencia, en parte natural, pero motorizada exprofeso, de la energía centrífuga, que impera en nuestra época. Para no delirar tanto, concluyo diciendo que el silencio es la matriz, el espacio que posibilita la palabra, esta debe ser recuperada en su más esencial sentido, significado y valor. La quietud posee en su interior el movimiento, debemos tratar por todos los medios de hacernos hábiles, en la dosificación provechosa y elevadora de ambos."
Comentario aportado por el Maestro Roberto Poti.

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